miércoles, 26 de noviembre de 2014

Una tarde gris

La tarde se quedó gris, como se nos queda el alma cuando las cifras superan la razón: 757 mujeres asesinas en diez años. Es de esos momentos en los que pierdes la razón, y la cabeza se te inunda de preguntas: ¿qué hemos hecho de este mundo?, ¿qué hacemos de la vida?, ¿es cierto que en España, como en muchos países, la vida de una mujer no vale nada?...

En esa tarde gris de tragedias, de vidas truncadas, de amores que matan… En esa tarde gris, salimos a la calle para cambiar tormentas por esperanzas, para sacar el sol de entre las nubes y tender la mano para sostener la de esa mujer que necesita empatía para contar su historia y romper las cuerdas que le atan a su torturador y un gobierno que no mire hacia otro lado y que ponga las instituciones y los medios para combatir la hegemonía del patriarcado.

En esta tarde gris, la palabra rompió el silencio y contuvo la emoción cuando las compañeras de la Asociación de Mujeres “María de Padilla” compartían con los presentes en la concentración la denuncia y la exigencia de los efectos devastadores de la violencia de género. No es el golpe, no es el moratón es la devastación de un ser humano que le han hecho creer superior hacia otro que le han hecho creer que es inferior. Son los destrozos invisibles “me ha roto todo”, esos que destruyen a un ser humano, que lo desgarran por dentro, esos que sangran sin hemorragia, que duelen sin moratón, heridas que no se ven.

En esta tarde gris, se rompió el cielo con la voz y la palabra, pero hay 365 días grises al año para una mujer y unos menores que sufren y viven la violencia de género. Hay que luchar, apoyar, educar, empatizar y denunciar todos los días. Hay que empujar todos los días para sacar de la sociedad a todos estos terroristas patriarcales.

En días claros llegamos a la Luna, pero en nuestro interior no hemos salido de las cavernas… Habrá que ir más allá de nuestros propios temores y de nuestras propias debilidades para alcanzar la igualdad, el respeto y la dignidad que nos otorgamos legislativamente como humanos y que, en realidad, carecemos como personas.

Debajo de los adoquines sigue habiendo una playa, unámonos para alcanzarla.

¡BASTA YA!  

Mar Molina

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